Mr Robin Wallis estudió Lenguas Modernas en Downing College, Cambridge. Después hizo un máster en Relaciones Internacionales en la London School of Economics, dando comienzo a su carrera como diplomático por toda Latinoamérica. Gran defensor de Pre-U, condujo a Canford School y Downe House School a ofrecer esta cualificación y, desde 2010, ha trabajado como examinador jefe para Cambridge Assessment International Education. Con media vida a caballo entre Latinoamérica y Europa, se reúne ahora con nosotros para compartir sus anécdotas, recomendaciones y opiniones sobre el actual estado de las lenguas modernas en el currículum educativo británico.
¿Por qué decidiste dedicarte a la enseñanza?
Mi primer trabajo a los 18 años fue como ‘profesor estudiante’ en un colegio privado. Había pasado mi vida hasta ese punto en las aulas, y me sentía a gusto en aquel ambiente. Después me incorporé al servicio diplomático, pero con la agradable certeza de que podría hacerme profesor si jamás deseara una ruta de escape. Y así fue: decidí cambiar de carrera justo cuando la demanda de profesores de español excedía la oferta. Echaba de menos el mundo hispano - su lengua, su gente, su literatura… Me encantó volver a ese mundo, y volver a conectarme con mis entusiasmos. Fue un plus descubrir que los estudiantes estaban a
biertos a apreciarlos también.
¿En qué se parecen y se diferencian la diplomacia y la docencia?
En las dos hay que tener afinidad con las culturas ajenas, y hay que saber expresarse con precisión tanto en forma oral como en la palabra escrita. En las dos carreras empecé centrándome en los asuntos que me interesaban, pero con el paso del tiempo me encontraba gestionando la administración de un gran organismo. Mi vicio fue no tener paciencia con la burocracia y por eso eventualmente decidí que ya había sacado la mejor parte de un mal asunto y me fui en busca de nuevos horizontes.
Tras muchos viajes por el mundo hispano, ¿has descubierto algún dialecto o acento que te guste en particular?
Me encanta el acento porteño por sus escandalosos préstamos del italiano, y porque lo asocio con buenos tiempos pasados en la ciudad de Buenos Aires. La rioplatense es una subcultura muy suya y vibrante, y el dialecto es parte de ella.
En tu experiencia como examinador de Pre-U, ¿qué fortalezas crees que tenía esta cualificación sobre otras como A Levels y IB?
La Pre-U tomaba como punto de partida la idea de que estudiar un idioma significaba aprender a insertarse en los países donde se habla. Mi objetivo fue lograr que mis estudiantes no sólo dominaran el español, sino también que, al visitar un país hispanoparlante, pu
dieran presentarse como gente informada sobre los factores sociales, históricos, culturales etc que habían dado forma a ese país y esa cultura. Además, seguíamos las noticias sobre Juan Carlos I, Chávez, Castro, Almodóvar, Nadal, Maradona, etc, como si fueran una telenovela donde esperábamos con ilusión saber qué iba a pasar en la vida de estos personajes cada vez más familiares. Eso no sólo entusiasmaba a los estudiantes, sino que también traía buenos resultados en los exámenes, ayudando con las presentaciones orales y en los otros exámenes. Fue un gran contraste con el entonces A level, que obligaba a los estudiantes a hablar de una especie de ‘Social Science Lite’, quiere decir dar opiniones no muy informadas sobre temas generales que nada tenían que ver con el mundo hispano: problemas de los jóvenes, el tráfico, los tatuajes, etc - temas de muy baja inspiración para los lingüistas, o así parecía. En cambio, Cambridge nos alentaba a incorporar nuevos temas en el programa de estudios culturales: escritores, cineastas, cantautores y otros muy diversos, mientras A level ofrecía los mismos autores que los profesores habían estudiado como adolescentes durante la dictadura de Franco. No estoy al tanto de los nuevos programas de A level / IB, pero este año, al toparme con los profes que ya dan el último curso de Pre-U, veo en su semblante melancólico que les cae mal no poder ofrecer esa rica receta cultural a las generaciones venideras.
¿Qué tipo de ejercicio o práctica crees que es el mejor para preparar a los alumnos para sus pruebas orales?
Por lo menos una vez a la semana ver el telediario de RTVE en clase, con el/la profe, y evaluar juntos el contenido cultural/político y lingüístico. Aprender para una prueba semanal el vocabulario que surge de ver el telediario/leer artículos de prensa, con un enfoque en el vocabulario de usos múltiples, que los estudiantes van a encontrar en una variedad de contextos. Y, obviamente, si el examen recompensa ciertos elementos lingüísticos, por ejemplo, el subjuntivo, hay que practicar cómo usarlo sin que ese uso parezca artificial.
Los números de estudiantes tomando una lengua moderna o dos llevan varios años bajando, ¿cómo puede revertirse esta tendencia?
En el caso del español esa tendencia se nota menos, pero es verdad que la enseñanza de las lenguas modernas se ve golpeada por los vientos del Brexit (introversión), de la pandemia (falta de viajes escolares) y por el avance de la tecnología (traducción más inteligible). El Bulletin of Advanced Spanish, junto con UCL, hizo una investigación de ese fenómeno en 2021/22 y publicó una recomendación que se incluyera en el programa de A levels para las opciones de estudiar Business and Economics, Science and Technology y Film-making, como opciones adicionales al lado de las más tradicionales de literatura y cine. Lamentablemente, los avestruces que programan los A levels no parecen darse cuenta de la urgencia de remediar la tendencia que mencionas. Pero ánimo: cuando yo aprendía español en el colegio, era una asignatura casi abandonada (por ser un país bajo una dictadura arcaica cuando el Reino Unido entraba en la entonces versión de la UE). Veinte años después todos buscaban profes de español, que se había convertido en un idioma muy de moda. El ciclo de vida sigue dando vueltas, ¡pero eso no significa que quepa la autocomplacencia!